domingo, 30 de diciembre de 2012


Como contarlo... (II)

Y es verdad que la cama era un poco estrecha, pero cuando aparté las bragas de Valérie para acariciarle el coño me emocionó mucho pensar que ella dormía allí a los trece o catorce años.  Los años perdidos, me dije. Me arrodillé a los pies de la cama. le quite del todo las bragas y le di la vuelta hacia mí. Ella cerró la vagina en torno a la punta de mi sexo. Jugué a penetrarla y retroceder unos centímetros, con empujones rápidos, apretándole los pechos con las manos. Ella se corrió con un grito ahogado, y luego se echó a reír a carcajadas.
–mis padres... –susurró–. Todavía no se han acostado.
La penetré otra vez, más profundamente, para correrme yo. Ella me miraba con los ojos brillantes, y me tapó la boca con la mano justo en el momento en que me corrí dentro de ella con un gruñido ronco.

(Michael Houellebecq. Plataforma)


miércoles, 19 de diciembre de 2012

¿CÓMO CONTARLO?


Una tarde, cuando Valérie acababa de quitarse el sujetador, vio la mirada de Bérénice clavada en sus pechos. Sabía que los tenía espléndidos, redondos, altos, tan hinchados y firmes que parecían artificiales. Bérénice alargó la mano, rozó la curva del pecho y el pezón. Valérie abrió la boca y cerró los ojos en el momento en que los labios de Bérénice se acercaban a los suyos; se entregó completamente al beso. Cuando Bérénice le deslizó una mano en las bragas, ya estaba húmeda. Se las quitó con impaciencia, se dejó caer en la cama y abrió las piernas. Bérénice se arrodilló delante de ella y le metió la boca en el coño. Cálidas contracciones recorrían el vientre de Valérie, tenía la impresión de que su espíritu volaba por los espacios infinitos del cielo; nunca había sospechado que pudiera existir un placer semejante.

   Lo hicieron todos los días, hasta el comienzo de las clases...

(Plataforma, Michael Houellebecq)



martes, 11 de diciembre de 2012

EL MATRIMONIO...

El matrimonio es agradable, pero implica pasar por auténticas mierdas si quieres que dure.

Martha Wainwright




jueves, 8 de noviembre de 2012

EL PINTOR Y EL HOMBRE: LO QUE HAY DETRÁS DE LOS CUADROS...


"Le reprochaban haber abusado de las nativas, pese a saber muy bien que su sífilis era contagiosa y haber actuado con sus amantes haciendo gala de un innoble machismo..."

(Palabras de Vargas Llosa sobre Gauguin en su artículo para El País "Las huellas del salvaje")

jueves, 18 de octubre de 2012


RUEGO Y MANDATO

Hijo mío te podría pedir muchas cosas.
Te podría pedir honradez
(O astucia).
Te podría pedir valentía
(O fingir valentia).
Te podía pedir humildad
(o avaricia).
Pero te pido sólo una cosa
(pero por favor, cúmplela).
Disfruta de la vida. No hagas como yo.

(a D. V. C.)

martes, 16 de octubre de 2012

Si quieres tener éxito en las fiestas y actos sociales
 habla mucho pero no digas nada.




miércoles, 10 de octubre de 2012



"En cuanto a las mujeres, lo que menos me gusta es, precisamente, el conjunto de su persona. Su modo de ser y, sobretodo, de actuar: esa manera tan suya de seducir, y una vez alcanzado el objetivo, disponer a su arbitrio de la felicidad o desgracia de su presa. Pero lo peor es la convicción que parece imbuirlas de conseguir más por las malas que por las buenas, y el hecho de que, por lo general, no les falten motivos para hacerlo."

Luis Goytisolo. La cólera de Aquiles. Antagonía 3





miércoles, 1 de agosto de 2012

CONSEJOS PARA ENCONTRAR UN HOMBRE-HOMBRE (DE PARTE DE UN MUCHACHO)


INTRODUCCIÓN:


"No insinúo nada. Pero le faltaba una cualidad que una mujer busca en un hombre, una cualidad de fuerza, de virilidad. (...) No era un hombre. Era un muchacho.


J. M. Coetzze. Verano.


CONSEJOS:


-Si buscas un hombre-hombre no los busques en una escuela de poetas. Búscalo en un bar de carretera. Pero ten presente siempre esta premisa. No se pueden combinar elementos contrarios. No se puede tener a alguien sensible y duro, fuerte y tolerante, egoísta y complaciente, sensible y decidido, voraz y respetuoso. Tendrás que elegir siempre: con qué te quedas, a qué renuncias.


-Si vas a acostarte con un escritor recuerda siempre que un escritor no deja de escribir nunca, ni siquiera cuando folla. Como vuelve a decir Coetzze: "Nunca tenía la sensación de que estaba conmigo, en mi plena realidad. más bien era como si se estuviera relacionando con alguna imagen erótica que estaba dentro de su cabeza; o tal vez incluso alguna imagen de mujer con mayúscula. (...) Ahora creo que había un elemento autista en su manera de hacer el amor."


(Continuará...)






POR QUÉ LOS ESCRITORES/AS DEBERÍAN FOLLAR CON ESCRITORES/ESCRITORAS....


Ojalá en vez de mí, se hubiera enamorado de otra escritora, otra falsificadora. Entonces los dos habrían sido felices, haciendo el amor todo el día a la idea que cada uno tenía del otro.


J. M. Coetzee. Verano.

jueves, 19 de julio de 2012



Lo que les ocurre a muchos escritores con sus mujeres es que ellas se enamoran del hombre, no del escritor. Esto es exactamente lo mismo que les pasa a muchos músicos y a algunos pintores. En la mayoría de los casos el escritor-artista-pintor sabe mantenerse atado a su mástil, como Ulises frente a las sirenas, pero a veces, bien por confusión, bien por un deseo sincero, bien por una intolerable bondad, el escritor-artista-pintor quiere convertirse en buen esposo y buen padre sin dejar de ser buen escritor-artista-pintor. Y eso es imposible. Al final acaba por sentirse un traidor, un farsante, un mentiroso. Y como todo el mundo sabe, el fingimiento siempre conduce a la paranoia.

miércoles, 18 de julio de 2012

EXPURGO 2. BANZAI (EXTRACTO)



Salgo de una habitación y voy corriendo a otra. Tengo ganas de tirarme encima de Peter y de comérmelo a besos. Sólo tenemos diez minutos. Me subo encima de él y Peter me pone la mano en el culo. Yo grito de dolor.
Me subo la falda del uniforme y me bajo las bragas. “Mira”, le digo. Tengo el culo como un tomate bien maduro.
–Vaya, veo que has tenido un buen castigo. Has debido ser una niña muy mala –bromea él.
–Será mejor que te olvides hoy de mi culo. No puedo ni sentarme.
Pero Peter tiene curiosidad. Cuántos azotes, cómo, durante cuánto tiempo. Lo quiere saber todo. En qué consistía el juego. Qué decía mi cliente…
–Verás –le explicó con desgana, no quiero perder más tiempo hablando– básicamente hace lo que otros profesores en el colegio, o lo que el director en su despacho, pero con mayor intimidad.
–¿Pero hará algo más, no? –insiste él.
Le abro la bragueta y empiezo a chupar. Pero lo noto distraído. Se deja hacer pero sin el menor entusiasmo. No me toca ni me abraza. No busca mis labios. No está tan excitado cómo debería. Me molesta mucho su actitud. Mi madre me espera dentro de cinco minutos. Me estoy arriesgando para estar con él pero Peter no parece tener el menor interés en mí. Otras veces, cuando hemos podido, hemos hecho coincidir las citas con clientes con breves encuentros amorosos y hasta ahora él ha estado tan ansioso por verme como yo a él. No sé qué le pasa hoy y se lo pregunto:
–¿Se puede saber qué mosca te ha picado? No me he acostado con él. Sólo he dejado que me azotara y me tratara como a una alumna rebelde. Ya sabes. Puro teatro. Él hace de profesor y yo hago de alumna. Nada más. Él se pone una capa negra y un gorro y yo voy con mi uniforme. Él grita y pega y yo agacho la cabeza y digo: “Perdón señor, no lo volveré a hacer”. Y ya está.
Peter me mira con curiosidad. No dice nada pero vuelve a levantarme la falda y me baja las bragas lentamente. ¿Le gusta ver mi culo rojo? Sus ojos están fijos en mis nalgas y por un momento acerca la mano y pienso que me va a dar un cachete él también. Pero en lugar de eso deja caer la mano sobre la cama, sin tocarme.
–¿Te ha dolido mucho? –pregunta.
–Si me da con la regla no. Con la vara tampoco. Sólo cuando coge el látigo. Pero hoy no tenía tiempo para el látigo.
–¿Así que puede ser peor?
No sé donde quiere ir a parar. Pero no quiero hablar de eso. Mi cuerpo aún lo desea, pero mi cabeza está desconcertada, no sabe qué hacer. Me recuesto a su lado y le cojo la mano. “Tengo ganas de ti”, le susurro al oído.
Peter ignora mis palabras.
–Deberías ponerte una toalla con agua caliente. Algo que te alivie…
–No ha sido nada. Si no me lo tocas fuerte o me siento no me duele.
–¿Siempre hace lo mismo?
Sus dedos están muertos. Los he colocado sobre mi pecho pero no se han movido. Peter parece no comprender que pueden pasar semanas o meses antes de que podamos volver a vernos. Empiezo a desesperarme.
–No me ha puesto la mano encima –le aclaro. Después de azotarme, se la ha sacado y se ha hecho una paja sobre mi culo. Nada más. Es un tío raro. Pero hay muchos tíos raros en el mundo. No te puedes imaginar cuántos…
Espero un minuto. Peter ha dejado de mirarme. Ahora su vista se pierde en el techo. Me levanto y me voy. Antes de salir me he dado la vuelta, esperando que él se levantara de la cama para retenerme. Pero Peter no se ha movido. Ha dejado que me marchara sin decir nada.
Me siento tan mal que quiero pasar por los lavabos para encerrarme a llorar. Pero mi madre ya está en el vestíbulo del hotel.
–¿Ha pasado algo? –me pregunta al verme.
A mi madre no puedo ocultarle nada.
–No. No. Estoy bien –respondo.
Mi madre me mira incrédula. Pero tiene prisa y decide no indagar más. Ella tiene una cita en un piso cercano. Una cita con un nuevo cliente. Yo tengo que acompañarla porque el cliente quiere conocerme. Mi madre me ha asegurado que es un hombre encantador. Por lo visto vive solo. Mi madre entrará antes, y luego, si el cliente quiere estar conmigo, ella se quedará en el piso, esperando en el salón. Ella siempre está conmigo en mis primeras citas con clientes nuevos.
Yo sigo pensando en Peter. No sé qué he podido hacer mal. ¿He sido muy orgullosa? ¿Debería haber tenido más paciencia?
Mi madre me ve preocupada pero piensa que es por la nueva cita. Las primeras veces siempre me ponen nerviosa. Antes tenía nauseas o me mareaba. Ahora lo llevo un poco mejor.
–Es un buen hombre. Está muy solo. Te tratará bien. Y tiene dinero. Puedes sacarle lo que quieras.
Las palabras de mi madre me recuerdan que tengo que quitarme a Peter de la cabeza. Y pronto. Mi madre señala un edificio elegante que tenemos frente a nosotros y dice:
–No mires directamente. Pero está esperando junto a la ventana del tercer piso.
No puedo evitar levantar un momento la vista. Lo cierto es que no me importa nada lo que va a pasar a continuación. En mi mente hay una sola pregunta: ¿Cuándo volveré a ver a Peter?



Dios no existe. Lo que existe es la desesperante necesidad de Dios. Del mismo modo, no existe la justicia, existe la absoluta necesidad de justicia. Algunas palabras sirven para tapar huecos y otras para construir muros. Lo que no debería extrañarnos es que luego alguien se caiga por el hueco o que el muro se venga abajo.